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Hasta ahora hemos considerado sólo dos posibilidades: que la opinión recibida sea falsa, y alguna otra opinión, en consecuencia, verdadera; o que, siendo verdadera la opinión recibida, un conflicto con el error opuesto sea esencial para una clara aprehensión y un profundo sentimiento de su verdad. Pero hay un caso más común que cualquiera de estos; cuando las doctrinas en conflicto, en lugar de ser una verdadera y la otra falsa, comparten la verdad entre ellas.