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Es fácil, casi reconfortante, descartar el trumpismo como el grito de hombres despedidos en estados del cinturón de óxido que agitan sus puños arrugados ante el gigante de la modernidad.
Es fácil, casi reconfortante, descartar el trumpismo como el grito de hombres despedidos en estados del cinturón de óxido que agitan sus puños arrugados ante el gigante de la modernidad.