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  • En otras palabras, primero debemos llamar a la gente a la comunión con Dios, a la intimidad con Dios, a un sentido de pertenencia. La mayoría de la gente está perdida, confundida, alienada. Sufren y luchan inmensamente en las relaciones. Tenemos que proclamar en voz alta y clara, con nuestros actos y nuestras palabras, que Dios nos ama y que le pertenecemos. Es una llamada a la vida mística.

    Fuente: www.liguorian.org