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No había "parados" en el empobrecido campo polaco antes de la Segunda Guerra Mundial. Ni un solo parado. Cada niño que nacía en la familia campesina tenía su sitio en la mesa y su trabajo en el campo, el establo o la pocilga... Si no había suficiente comida, todos tenían menos. Si la comida era abundante, todos comían mejor. En un entorno así, podemos decir, el problema de la seguridad ni siquiera podía plantearse... Se nacía con derechos para toda la vida; lo único que no se podía hacer era cambiarlos. Un entorno bueno para la seguridad, pero malo para la libertad.