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Me encantan las historias cortas. Son como pequeños universos que implosionan. Están muy bien atados y controlados. Llevaba años queriendo escribir uno, pero me enredé con las novelas. La novela es lo mismo en el sentido de que también es un universo, pero explota hacia fuera con toda esa metralla que va en varias direcciones diferentes. No veo demasiada diferencia en las formas, salvo por el hecho de que escribir relatos cortos es como esprintar en lugar de correr largas distancias.