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La reacción que deberíamos tener ante [los liberales ricos] no es el ridículo, sino la autocrítica. ¿Por qué no los estamos organizando? Somos nosotros los que deberíamos organizarlos, no Rush Limbaugh. Hay analogías históricas, que no son exactas, por supuesto, pero se acercan lo suficiente como para ser preocupantes. Esto tiene un tufillo a la Alemania nazi primitiva.