-
Aunque Helen Vendler no formaba parte del profesorado de Harvard cuando llegué por primera vez en 1979, fue un espíritu guardián; Robert Fitzgerald me cedió el uso de su estudio en la Biblioteca Pusey. Monroe y Brenda Engel me mantuvieron la casa abierta, Bob y Jana Kiely me hicieron sentir como en casa en Adams House. También, en 1979, Frank Bidart, a quien conocí en Dublín tras la muerte de Robert Lowell, que estaba viendo a Caroline Blackwood, me introdujo en su círculo de amigos, entre ellos Robert Pinsky y Alan Williamson.