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El verdadero progreso social es siempre una ampliación del círculo de preocupación y protección. Es el respeto y la empatía superando la ceguera y la indiferencia. Es comprender que, en su justa medida, todos somos vecinos y compatriotas, y que cada uno de nosotros debe saber lo que es correcto, amable y justo, e ir y hacer lo mismo.