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¿Por qué yo, Señor? ¿Qué he hecho para merecer siquiera una de las bendiciones que he conocido? ¿Por qué yo, Señor? ¿Qué he hecho yo para merecer tu amor y la bondad que me has mostrado? Señor, ayúdame, Jesús, lo he desperdiciado tanto. Ayúdame, Jesús. Sé lo que soy. Ahora que sé que te he necesitado tanto, ayúdame, Jesús. Mi alma está en tu mano.