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En la campaña de 2007, 2008, la gente decía: "Oh, es un ingenuo. Cree que no hay estados rojos y estados azules. Y espera a que llegue aquí". Y confieso que no me di cuenta de la forma en que los senadores o miembros del Congreso son empujados a los extremos por sus votantes. No esperaba, especialmente en medio de la crisis, lo severo que sería ese partidismo.