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Es increíble pertenecer a la que quizá sea la última generación analógica: nací a finales de los 40 y crecí en los 50 y 60, cuando el mundo seguía siendo muy analógico. En aquella época, en Nueva Orleans, el campo estaba justo al lado. No tenías que viajar kilómetros y kilómetros para salir al bosque. Hay toneladas de pesca, obviamente, en Nueva Orleans, y toneladas de caza. Eso formaba parte del ciclo de la vida, conseguir carne fresca del carnicero o ir a cazar patos y conseguirla uno mismo. No era malicioso ni insensible. Simplemente estaba ahí, y lo utilizabas.