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Cuando yo jugaba al baloncesto, todo giraba en torno a los fundamentos, al empuje, a conseguir balones sueltos y rebotes debajo de la canasta. Eso equivale a 12, 14, 16 puntos. Con eso puedes perder un partido. Ahora es diferente ver baloncesto. La gente no juega igual. No importa si anotas, si no puedes evitar que el otro equipo anote. Nuestro entrenador solía darnos una paliza si no lo hacíamos. Me decía que si veías más del color del otro equipo debajo de la canasta que del color de tu propio equipo, no estabas haciendo tu trabajo. Todo el mundo debería estar bajo el tablero, intentando coger el balón.