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Los seguidores de Trump saben cuándo es el momento de hacerle caso y cuándo es el momento de reírse y quizá no tomárselo tan en serio. Se divierten con él. Y parte de la razón es ver lo cerrada que está la gente en el cuerpo de prensa y demostrar abiertamente, vívidamente, su absoluta incapacidad para entender o relacionarse con Trump.