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  • Nadie podría argumentar con cara seria que las parejas que se casan hoy son mucho más felices sólo porque sus celebraciones nupciales cuesten tres veces más que las de 1980. Las mansiones más grandes y las fiestas más costosas son un despilfarro en el mismo sentido en que lo son las cornamentas más grandes de todos los alces toros. La buena noticia es que unos simples cambios en el sistema fiscal pueden eliminar gran parte de este despilfarro sin tener que negar a la gente el derecho a decidir por sí misma cómo gastar mejor su dinero.

    Fuente: bobmorris.biz