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  • Como un soplo de viento o algún eco rebota de las superficies lisas y duras y vuelve a la fuente de la que surgió, así la corriente de la belleza vuelve a su poseedor a través de sus ojos, que es su ruta natural hacia el alma; llegando allí y haciéndole vibrar, riega los pasajes de las plumas y hace crecer las alas, y llena a su vez de amor el alma del ser amado.