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Tenemos la obligación mutua no sólo de presionar a nuestros políticos, sino de presionar a las empresas para que hagan lo correcto con sus trabajadores. Ni siquiera tendrían empresas de éxito sin sus trabajadores. Son el pegamento que mantiene todo unido. Cómo, en el siglo XXI, tenemos megacorporaciones que han perdido eso de vista me deja perplejo.