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Cuando conocí a mi primer savant en 1962, me impresionaron las capacidades de estos jóvenes con discapacidades graves. Me parecieron islas de genialidad en el mar de la discapacidad. Así que he mantenido esa imagen verbal desde entonces, de estas islas de genio que son tan sorprendentes y tan chocantes cuando las ves, especialmente en personas con discapacidades graves.