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Como joven abogado, aprendí a tratar de encontrar puntos en común con la gente, a buscar una conexión humana. Cuando llegué al Senado, a pesar de que había mucha gente que no quería que llegara allí -y estaban seguros de que ni siquiera hablarían conmigo, y mucho menos trabajarían conmigo-, intenté de verdad hacer el trabajo para el que me había enviado el pueblo de New York, que era conseguir cosas para mis electores. Trabajé con los republicanos y encontramos muchos puntos en común. No es fácil, pero es parte de lo que tenemos que hacer en política hoy en día.