Llevo toda la vida en política. En 1945, cometí mi primer acto de desobediencia civil durante la campaña electoral de las primeras elecciones generales posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando el Partido Laborista, para asombro de todos, desbancó a los conservadores. Me negué a obedecer las instrucciones de un policía y, como resultado, casi me dan un cinturonazo en la oreja, porque eran los tiempos en que los policías podían pegar a los niños y a nadie le importaba, pensaban que probablemente era bueno para ellos.