Durante dos generaciones, hasta mediados de los ochenta, muchos pensaron que estábamos perdiendo la Guerra Fría, incluso a principios de 1989, pocos creían que el movimiento de solidaridad polaco pudiera ganar, que el Telón de Acero cayera, que los países bálticos pudieran ser libres, que el segundo de los grandes males del siglo XX, el comunismo, pudiera ser derrotado sin guerra, pero sucedió y las grandes instituciones occidentales, la OTAN y la UE, crecieron para acoger a 100 millones de europeos liberados.