Tanto los derechos humanos como el derecho penal internacional ilustran el potencial contradictorio del derecho internacional. Por un lado, la imposición de normas de derechos humanos es un freno a la diplomacia intervencionista, especialmente si va unida al respeto de la norma jurídica de la autodeterminación. Pero, por otro lado, la protección de los derechos humanos crea un pretexto para la intervención, que cuenta con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU en forma de norma de responsabilidad de proteger, como se utilizó en la intervención libia de 2011. Lo mismo ocurre con la responsabilidad penal internacional.