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Mi mujer, Amanda, es terriblemente buena deformando la realidad. Es como una bola de bolos sobre una lámina de goma, y te encuentras viviendo en su universo, haciendo cosas completamente inesperadas o inimaginables para ti, pero parpadeas y estás encima de un escenario cantando, o llevando una peluca peculiar, o escribiendo un libro lleno de sentimientos y emociones, o haciendo algo igualmente improbable.