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  • Si se suprimieran estas exenciones fiscales para la Iglesia, nuestros impuestos sobre la propiedad se reducirían sustancialmente, y quienes alquilan casas y apartamentos podrían, en consecuencia, repercutir este ahorro en forma de alquileres más bajos. Podría tener un efecto profundamente saludable en toda la economía.