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La riqueza de la Iglesia está entrando en todo: gasolineras, bancos, cadenas de televisión, cadenas de supermercados, hoteles, acerías, zonas turísticas, granjas, fábricas de vino, almacenes, embotelladoras, imprentas, escuelas, teatros... todo lo que se te pueda ocurrir que no tenga nada que ver con la religión, están entrando a lo grande. Incluso están entrando como accionistas en las grandes compañías petroleras, y el Banco de América es casi en su totalidad propiedad de la Iglesia Católica.