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  • Hago por mí exactamente lo que haría por ti: prepararme una taza de té, un baño caliente o comprarme un par de calcetines fabulosos. Hago cosas cariñosas por mí, me acaricio el hombro, me echo una siestecita, y entonces me doy cuenta de que soy una mujer salvaje y preciosa, un mero ser humano, como decía E. Cummings, que merece respeto, ternura, protección, placer y solidaridad. Y así es como me siento ahora en casa.

    Fuente: www.cosmopolitan.com