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Mi problema con el arte político no es que sea mal arte necesariamente, sino que es una pésima política. Estamos hablando de una persona encerrada en sí misma, con un contacto mínimo con la realidad, que tiene problemas para atarse los putos zapatos. ¿Y se supone que es político? Un conductor de autobús tiene una mejor perspectiva de las cosas. Los artistas son completamente indulgentes.