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El tiroteo de Orlando es un recordatorio aleccionador de que los ataques contra cualquier estadounidense, independientemente de su raza, etnia, religión u orientación sexual, es un ataque contra todos nosotros y contra los valores fundamentales de igualdad y dignidad que nos definen como país. Y ningún acto de odio o terror cambiará jamás quiénes somos ni los valores que nos hacen estadounidenses.