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Ahora es fácil para los críticos afirmar que el trabajo fue deficiente; no han elaborado sus propios análisis ni se han enfrentado a ninguna de las preguntas difíciles. Por ejemplo, ¿dirían que no se podría utilizar ninguna técnica más allá de las preguntas a gritos para interrogar a un líder terrorista de alto nivel, como Osama bin Laden, que conoce los atentados planeados contra Estados Unidos?