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Para demasiados de nosotros, se ha vuelto más seguro refugiarnos en nuestras propias burbujas, ya sea en nuestros barrios o en los campus universitarios, o en lugares de culto o especialmente en nuestras redes sociales, rodeados de personas que se parecen a nosotros y comparten la misma visión política y nunca desafían nuestras suposiciones. Y, cada vez más, nos sentimos tan seguros en nuestras burbujas que empezamos a aceptar únicamente la información, sea cierta o no, que encaja con nuestras opiniones, en lugar de basar nuestras opiniones en las pruebas que hay ahí fuera.