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Lo único que falta en el Memorial y Museo del 11-S, y no creo que lo veamos pronto, es que no hay un monumento a los cientos de miles de iraquíes que murieron por culpa de cómo se utilizó la memoria del 11-S. La memoria es algo muy interesante. Curamos nuestra historia de forma muy selectiva y luego nos detenemos cuando empieza a contar las historias de otras personas y nos obliga a aceptar algún tipo de culpabilidad. Una de las razones por las que escribo es que no hay suficientes musulmanes que escriban, ni pakistaníes que escriban, ni suficientes personas de fe que escriban sobre las complejidades de nuestras experiencias.