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Los millennials creen que Maxine Waters es enviada de Dios. Es un oráculo. Tiene las verdades mágicas. Es una de las pocas demócratas dispuestas a decir lo que dice, y estos jóvenes de la generación del milenio se están pegando a ella como no te lo puedes creer. Es uno de los más sorprendentes experimentos de ciencias sociales para ver que esto suceda.