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Cuando era pequeño, no siempre podía participar en las actividades con los demás niños porque si sobrecargaba mi cuerpo se me desencadenaba el dolor. Hubo momentos en los que otros niños querían desafiarme; querían ver si podían presionarme y ver si podía luchar o lo que fuera. Tomaban mi amabilidad por debilidad o mi tranquilidad y estilo relajado por debilidad. He tenido que lidiar con eso prácticamente toda mi vida.