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El terrorista de Orlando puede estar muerto. Pero el virus que envenenó su mente sigue muy vivo. Y debemos atacarlo con ojos claros, manos firmes, determinación inquebrantable y orgullo por nuestro país y nuestros valores.
El terrorista de Orlando puede estar muerto. Pero el virus que envenenó su mente sigue muy vivo. Y debemos atacarlo con ojos claros, manos firmes, determinación inquebrantable y orgullo por nuestro país y nuestros valores.