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Miras atrás a una época que ahora idealizas y sólo recuerdas lo bueno. Cuentas las anécdotas de las cosas difíciles y ahora sólo te ríes de ellas. No recuerdas lo difícil que fue quedarte tirado en Austin después de conducir 52 horas desde Seattle bajo un aguacero y sin tener dónde quedarte durante cinco horas. Te acuerdas de esas cosas y ahora te ríes de ellas. No lo sientes como entonces, cuando estabas tan asustado, nervioso, cansado y hambriento. Siempre idealizamos el pasado porque ya no sentimos las cosas dolorosas como antes.