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  • Darme cuenta de que no podía ser bailarina de ballet fue una bendición disfrazada, porque fue la primera vez que sentí que entraba en la edad adulta. Me di cuenta de que esto no iba a funcionar. Fue frustrante durante un año porque no sabía qué hacer con la creatividad y la disciplina que la danza me había inculcado desde muy joven. Pero luego me mudé a París para trabajar de modelo, y ése fue mi despertar cultural. Ahora creo que el baile ha sido lo más importante de mi vida, mucho más que el modelaje, y me sigue ayudando enormemente en mi trabajo.

    Fuente: www.interviewmagazine.com