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El problema de muchos escritores es que les gusta que la gente les diga: "Eres brillante". Dejan que la respuesta de los lectores dicte su autopercepción. Pero si vas a dejar que los demás te hagan sentir bien, acabarás sintiéndote mal cuando te digan lo contrario. Tienes que ser un estoico cultural. Así no te sentirás desolado por la gente que responde negativamente. Por supuesto, el inconveniente es que eso te impide disfrutar de que a la gente le guste tu trabajo.