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  • Para mi baile de graduación, era tan elegante que me hice un traje a medida. Quería un traje de tres piezas. Pensé que sería guay ir todo de negro: camisa negra, corbata negra, pensé que sería lo más guay que había hecho nunca. Ese fue mi primer traje. Me puse el traje dos años después y me quedaba tan grande y absurdo que no me entraba. Aún lo conservo. No pienso tirarlo. Es demasiado divertido. Me recuerda de dónde vengo. En realidad, tengo una evolución de trajes en mi armario. Empieza con ese y va subiendo hasta los trajes que tengo ahora.

    Fuente: www.huffingtonpost.com