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Vivo mucho mejor sin tener que preocuparme de que me persigan. Pasé cinco años en la cárcel, de los 21 a los 26, probablemente la mejor parte de mi juventud entre rejas. También estuve en cárceles muy malas en el extranjero. No era una vida divertida, en realidad era una vida muy solitaria. Era un chico lo suficientemente listo como para saber que me iban a pillar. La ley a veces duerme, pero nunca muere. Sabía que era cuestión de tiempo. Me pillarían, me castigarían y afrontaría las consecuencias.