Creo que cuando empecé a trabajar de modelo hace tres años, no era más que un trabajo, y estaba muy emocionada: todo era tan nuevo, tan loco. No pensaba demasiado en nada; simplemente lo hacía y disfrutaba por el camino. Pero después de unas cuantas temporadas, te acostumbras y tienes que pensar en muchas cosas y, no sé, eres mucho más consciente de tu aspecto y de lo que piensan los demás. Es un poco una pesadilla.