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Todos los niños y niñas deben tener la oportunidad de recibir una educación de alta calidad, independientemente de la parte del país en la que vivan y de si sus padres son ricos o pobres. Es deber del Estado poner el dinero suficiente a disposición de la creación de buenas escuelas públicas. Una juventud bien educada es crucial para que Chile pueda seguir creciendo económicamente.