Jim Jones empezó como cruzado de los derechos civiles en Indianápolis. Como joven predicador a mediados de los años 50, utilizó a miembros de su congregación para integrar comedores e iglesias exclusivamente blancas en barrios ricos; simplemente entraban y se sentaban en los bancos a ver qué pasaba. A menudo eran recibidos con insultos racistas, y una vez con una amenaza de bomba. Pero el hecho de que un hombre blanco y carismático promoviera agresivamente la igualdad racial atrajo enormemente a los afroamericanos, muchos de los cuales consideraban que el Movimiento por los Derechos Civiles se había estancado a finales de los años sesenta.