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  • Durante años enseñé en universidades e institutos para clases de 30 o 35 alumnos. Ahora enseño en lugares muy grandes con miles de personas en el público. Solía tomar notas. Ahora me dejo llevar y dejo que Dios me ayude. Simplemente dejo que venga, y antes no lo hacía. Ni siquiera utilicé la palabra "Dios" durante veinte o veinticinco años. Ahora sale de mi boca todo el tiempo.