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  • Me encantaba cada segundo de la iglesia católica. Me encantaba el olor dulzón a granada podrida del incienso. Me encantaba el altar recargado, la pila de agua bendita, las velas votivas; me encantaba que hubiera una pobre caja, las estaciones del vía crucis representadas en vidrieras en las ventanas.

    Anne Lamott (2000). “Traveling Mercies: Some Thoughts on Faith”, p.10, Anchor