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Era fácil perseguirme sin que la gente se sintiera avergonzada. Era fácil vilipendiarme y proyectarme como una mujer que no seguía la tradición de una "buena mujer africana" y como una elitista muy culta que intentaba mostrar a las inocentes mujeres africanas formas de hacer las cosas que no eran aceptables para los hombres africanos.