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Gracias a Dios, nunca fui alegre. Vengo de la feliz estirpe de los Mathers, quienes, como recordarás, pasaban dulces mañanas reflexionando sobre la bondad de Dios y la condenación de los infantes.
Gracias a Dios, nunca fui alegre. Vengo de la feliz estirpe de los Mathers, quienes, como recordarás, pasaban dulces mañanas reflexionando sobre la bondad de Dios y la condenación de los infantes.