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Nuestros precavidos antepasados, al bostezar, cerraban el paso a la entrada de los malos espíritus poniendo las manos delante de la boca. Encontramos una razón para este gesto en la delicadeza de modales que prohíbe una exposición indecente.
Nuestros precavidos antepasados, al bostezar, cerraban el paso a la entrada de los malos espíritus poniendo las manos delante de la boca. Encontramos una razón para este gesto en la delicadeza de modales que prohíbe una exposición indecente.