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A veces he estado en una fiesta en la que nadie me ha dirigido la palabra en toda la velada. Los hombres, atemorizados por sus esposas o amadas, me daban de lado. Y las señoras se reunían en un rincón para hablar de mi peligroso carácter.
A veces he estado en una fiesta en la que nadie me ha dirigido la palabra en toda la velada. Los hombres, atemorizados por sus esposas o amadas, me daban de lado. Y las señoras se reunían en un rincón para hablar de mi peligroso carácter.