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En sí misma, la homosexualidad es tan limitante como la heterosexualidad: el ideal debería ser ser capaz de amar a una mujer o a un hombre; a cualquiera, a un ser humano, sin sentir miedo, freno u obligación.
En sí misma, la homosexualidad es tan limitante como la heterosexualidad: el ideal debería ser ser capaz de amar a una mujer o a un hombre; a cualquiera, a un ser humano, sin sentir miedo, freno u obligación.