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Cuando crecí, el Diablo era la razón por la que me dolía la cabeza o el Diablo era la razón por la que me enfadaba hoy. Siempre culpábamos al Diablo. Creo que hoy, cuando digo el Enemigo, me gusta hacerlo más amplio. A veces el Enemigo pueden ser nuestros propios pensamientos.