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Dios no me habla a través del trueno y el terremoto, ni a través del océano y las estrellas, sino a través del Hijo del Hombre, y habla en un lenguaje adaptado a mi vista y oído imperfectos.
Dios no me habla a través del trueno y el terremoto, ni a través del océano y las estrellas, sino a través del Hijo del Hombre, y habla en un lenguaje adaptado a mi vista y oído imperfectos.